top of page

Innovación, tecnología y productividad en España: retos y oportunidades

Participamos en la primera jornada del ciclo de conferencias Los retos estructurales de la economía española, organizado por Cajamar e Ivie, que busca analizar los principales desafíos a los que se enfrenta la economía española. En esta sesión, titulada Innovación, tecnología y productividad en España, el economista y director general del CDTI José Moisés Martín ha abordado el papel fundamental de la innovación y el capital tecnológico en el crecimiento de la productividad a largo plazo.  



La productividad en España: un desafío estructural 

España se ha mantenido entre los "innovadores moderados", con una baja contribución de la innovación tecnológica a la productividad. Alcanzar niveles de productividad comparables a otros países requiere más inversión y más trabajadores. Aunque se destinan fondos a fomentar la innovación, las empresas aún no logran innovar de manera efectiva. Esta situación es especialmente preocupante ante el envejecimiento de la población y el estancamiento económico. Para garantizar la competitividad del país, es crucial mejorar la eficiencia y fomentar la innovación en los procesos productivos. 

Según el informe OPCE 2024, las empresas punteras, en la frontera, tienden a ser hasta cinco veces más productivas que la mediana de la distribución. Desafortunadamente, el porcentaje de empresas innovadoras en España es muy inferior a la media europea cuando examinamos su actividad innovadora.  

 

Parte de la evolución de la productividad en España se puede explicar por la composición sectorial, ya que la productividad crece más en sectores que producen, o son intensivos en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Sin embargo, la inversión en TIC y digitalización no ha generado un aumento proporcional en la productividad. Según el informe OPCE 2024 del IVIE, la inversión en TIC no explica por sí misma las diferencias de productividad. La tecnología por sí sola no es suficiente: su impacto es significativo solo cuando se combina con otros factores como I+D, diseño, capital organizativo y formación del capital humano... en otras palabras: intangibles.  

 

Situación de España en materia de innovación e inversión 

España cuenta con un apoyo público a la financiación superior a la media de la UE en 20 puntos. Es el segundo país con mayor porcentaje de financiación de los Fondos Next Gen destinado a impulsar la I+D. Pero a pesar del notable respaldo financiero, estos esfuerzos no se han traducido en un aumento significativo de la innovación.  

 

  • Los fondos disponibles suelen centrarse en proyectos en fases tempranas, con montos reducidos y una actual apuesta por tecnologías intermedias, no punteras. Además, la financiación pública no se adapta a las necesidades de la I+D, con plazos demasiado cortos para permitir la maduración de innovaciones en deeptech o tecnologías disruptivas de alto impacto.  

 

A esto se suma una significativa falta de inversión privada, lo que evidencia que el problema va más allá del financiamiento y responde también a cuestiones de regulación y cultura empresarial:  

 

  • A pesar de una sólida producción científica, se nota una falta de transferencia de conocimiento. La generación de patentes es baja y la conexión entre la investigación universitaria y el mercado es limitada, lo que impide que la innovación académica se traduzca en avances tecnológicos y crecimiento empresarial. 

 

  • El ecosistema de startups en España es dinámico: España es el séptimo país europeo en inversión en Venture Capital, y el segundo por crecimiento. Aun así, el escalado de empresas tecnológicas sigue siendo un reto. Son pocos los unicornios, y muchas startups con potencial optan por trasladarse a países como EE. UU. o Países Bajos, donde encuentran un entorno más favorable en términos de inversión y regulación. La carga impositiva y la falta de incentivos competitivos dificultan que las empresas emergentes alcancen su máximo desarrollo dentro del país. 

 

  • La innovación continua es un desafío: se concentra en grandes empresas, mientras que las PYMES, que representan la mayor parte del tejido empresarial, innovan muy poco. Según el INE, solo el 12% de ellas declara llevar a cabo actividades de innovación. Además, su intensidad innovadora —medida como el porcentaje de gasto en I+D respecto a su facturación— es considerablemente inferior a la media europea. 

 

Oportunidades y estrategias para impulsar la innovación y la productividad en España 

Las sociedades más innovadoras comparten tres pilares fundamentales. Primero, cuentan con sólidas infraestructuras básicas y reguladoras, incluyendo un sistema financiero desarrollado, capital humano altamente cualificado y un entorno normativo que facilita el emprendimiento y la inversión. Segundo, disponen de un ecosistema de innovación dinámico, donde la pluralidad de actores y la interconexión entre ellos fomentan la cooperación, la confianza y la diversidad, factores intangibles clave para el desarrollo tecnológico. Finalmente, desde una perspectiva de economía política, se caracterizan por una alta cohesión social y la ausencia de conflictos distributivos, valorando más el crecimiento global del ecosistema que la distribución de recursos. 


Para impulsar un ecosistema de innovación sostenible y competitivo en España, es fundamental corregir los fallos de coordinación entre los actores del ecosistema, promoviendo una dinámica bottom-up que favorezca la participación de empresas, emprendedores y centros de investigación. Además, es esencial atender los factores intangibles que influyen en el proceso de innovación, como la confianza, la transparencia y la cooperación, así como alinear la estrategia con las demandas sociales y geopolíticas actuales. 


En cuanto a la financiación de la innovación, se requiere un modelo previsible y flexible que garantice la continuidad de los fondos y se adapte a las necesidades del sector. Es clave fortalecer el ecosistema de apoyo a la innovación, fomentar la inclusividad y facilitar el codiseño de convocatorias con la participación de los agentes implicados. La transparencia en la información, la rendición de cuentas y una cultura de evaluación rigurosa también son imprescindibles para mejorar la efectividad de los recursos destinados a la innovación y potenciar su impacto a largo plazo. 


En conclusión, la innovación y la tecnología son herramientas fundamentales para mejorar la productividad y competitividad en España. Sin embargo, su potencial solo podrá aprovecharse plenamente si se abordan los retos estructurales que limitan su desarrollo. Pero la baja intensidad innovadora del país tiene que ver con múltiples factores, que no son fáciles de modificar. Desde la financiación y regulación hasta la cultura empresarial y la confianza en la innovación, es necesario un esfuerzo coordinado entre el sector público, privado y académico para construir un ecosistema que impulse el crecimiento sostenible y la creación de valor a largo plazo. Solo así España podrá cerrar la brecha de productividad y consolidarse como una economía innovadora en el escenario global.  





bottom of page