Ya han pasado 10 años desde que se presentó la primera hamburguesa de carne cultivada. Si miramos hacia atrás, podemos observar que esta tecnología ha experimentado un gran cambio, dejando atrás su estatus de concepto futurista para convertirse en una alternativa prometedora ante los desafíos globales relacionados con la sostenibilidad y la seguridad en el sistema alimentario.
A principios de 2023, la startup australiana Vow sorprendía a todo el sector en su presentación de una albóndiga con secuencia genética del mamut lanudo. Estos avances, tan revolucionarios en el ámbito de la carne cultivada, están constantemente redefiniendo lo que se considera posible en la industria alimentaria.
En el horizonte de estas transformaciones se encuentra Estados Unidos, emergiendo como epicentro de las aplicaciones de las tecnologías cell-based. Países como Japón, Israel y Reino Unido también están avanzando en la exploración de productos cell-based, en una carrera por dar forma al futuro de la producción alimentaria. Durante el mes de julio, el gobierno de los Países Bajos aprobó una resolución que autoriza la prueba anticipada o degustación de alimentos producidos mediante cultivos celulares antes de su lanzamiento al mercado. Por el contrario, Italia se convertía en marzo en el primer país del mundo en prohibir expresamente – a falta de ratificación parlamentaria – los alimentos producidos a partir de cultivos celulares o tejidos derivados de vertebrados. El panorama nacional no se queda atrás: como mencionamos hace unas semanas, en un artículo de Fooduristic Bites, en mayo de este mismo año, nace AgriCultura Celular España, una asociación dedicada a impulsar el cultivo celular en nuestro país. Su objetivo principal es construir una sólida red que congregue a empresas y personas interesadas en esta vanguardia agrícola, fomentando la comunicación, la transparencia y la innovación en la producción derivada de cultivos celulares.
Los presuntos beneficios ambientales de la carne cultivada son grandes: las emisiones de gases de efecto invernadero pueden reducirse hasta un 80% en comparación con la producción tradicional de carne de res. Hay que tener en cuenta que, a pesar de estas prometedoras cifras, la escalabilidad sigue siendo un desafío técnico que requiere atención constante. No obstante, la consultora McKinsey proyecta un horizonte prometedor: se estima que el mercado de la carne cultivada podría alcanzar los 25.000 millones de dólares para el año 2030. Estas cifras subrayan la creciente relevancia y el potencial de esta industria en constante evolución, marcando el camino hacia un futuro alimentario más sostenible.
En el campo de las proteínas análogas a la carne, uno de los actores más relevantes es JBS, una renombrada productora de carne de res, que ha invertido en la construcción de una planta pionera de proteína cultivada en laboratorio en San Sebastián tras comprar parte de Biotech Foods. Con una inversión de 41 millones de dólares y una extensión de 20,000 metros cuadrados, esta instalación busca establecer nuevos estándares en la industria alimentaria y la economía local. A su vez, Meatable, líder en carne cultivada, ha recaudado $35 millones en nuevos fondos para escalar y acelerar el lanzamiento comercial de sus productos de carne de cerdo.
Mientras tanto, los avances continúan en otros lugares del mundo. Desde Aleph Farms, que ha buscado autorización para vender filetes de ternera cultivados con células en Suiza, hasta pioneros como Mosa Meat, que está expandiendo su planta en los Países Bajos para una producción a gran escala. Empresas como GrowMeat, orientada a adaptar mataderos locales para la producción de alimentos celulares, y Cocuus, que explora la impresión 3D de chuletones con base en células madre y plantas, están liderando la vanguardia de la innovación en este emocionante campo.
Pero los avances en la tecnología cell-based no solo están centrados en la producción de carnes magras. Existen más de 100 startups que están liderando la investigación acerca de soluciones alternativas en el campo de las grasas, los lácteos y los mariscos. Entre estas pioneras, Upstream Foods, que destaca por su compromiso en transformar el panorama de la alimentación vegetal mediante desarrollos como la grasa de salmón cultivada en laboratorio; esta revolucionaria grasa busca elevar la calidad de los productos vegetales alternativos, abriendo nuevas posibilidades en el mundo de la gastronomía. También son jugadores clave en este escenario Cultimate Foods y Cubiq Foods, cuyas contribuciones en el ámbito de la grasa cultivada siguen marcando el rumbo de la industria alimentaria. Por otro lado, la firma alemana Blue Seafood ha trazado un camino sin precedentes al convertirse en la primera compañía especializada en la producción de pescado cultivado a partir de células. Siguiendo esta tendencia global, BlueNalu emerge como un líder indiscutible en la producción de productos marinos cultivados en laboratorio. Su reputación en el desarrollo de pescados y mariscos cultivados a partir de células sirve de faro para una industria que, también está reinventando la manera en que obtenemos y disfrutamos los sabores del océano.
En resumen, las proteínas cultivadas en laboratorio presentan una prometedora respuesta a desafíos esenciales de sostenibilidad y seguridad alimentaria remodelando nuestra percepción de los alimentos y la manera en la que abordamos la alimentación a nivel global.